miércoles, 17 de septiembre de 2014

Doble tempo

Busco algún ritmo que me hunda en el sillón a la vez que se hunde en mi mente y se hace un hueco en ella para algunos días. El alcohol ya está anticuado, demasiado dramático, sobre todo si buscas vaciar tu mente y lo único que consigues es vaciar tu cartera y tu estómago (y seguir vaciándolo después de vacío). 
                                                                                  I-I

Escuchar frases lapidarias por la calle como si de pedradas se tratasen y pensar que no necesitas coger un libro para encontrarte con la poesía, que al igual que está materializada en palabras, se encuentra de forma bruta en los ojos de algún transeúnte, en una voz aterciopelada que no va acorde con el cuerpo que la posee o en un pequeño perro que te sigue y que ni él ni tú sabéis por qué.

                                                                                  I-I

Consejos predefinidos, quejas por costumbre, alarmas, personas insustanciales, la sintonía del telediario a las 7 de la mañana, los vecinos, gritos agudos, perros llorando, pensamientos y más sonidos molestos que se tapan con una simple, precisa y fría aunque para mí cálida lluvia. Después se preguntan por qué a una persona con gafas le puede gustar semejante fenómeno atmosférico cuando lo que hace es anular parte de su visión, y cuando les respondo que me da más de lo que me quitan ni me entienden. Gotas en cristales y oído nítido y en paz... creo que me quedo con el cambio.
                                                                                

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