miércoles, 30 de octubre de 2013

Parpadeos presueño

La arena sobre los montículos de mis párpados me hacen dudar hasta de lo mas evidente, aunque a su vez me hacen disfrutar con mas calidez de las pequeñas notas musicales que normalmente no aprecio (o a lo mejor no existen pero me las invento, y parecen reales).
El reguero de minutos cayendo por el acantilado de lo desperdiciado en momentos como este me haría dudar en otro momento, ahora me resultan indiferentes porque simplemente no lo pienso. Es como cuando te olvidas de que estás respirando y cuando te acuerdas te cuesta hacerlo de una forma cómoda.
Intentos de conexión fallidos, haciendo ping a mis ojos pero a estos no le llegan los paquetes, los estímulos cerebrales. En estos momentos no sé ni lo que digo, ni lo que escribo, ni lo que miro, ni lo que pienso, pero aunque no lo sepa lo hago porque me apetece, y sinceramente, no veo nada mas sincero que esto.

jueves, 24 de octubre de 2013

Evidente, supongo.

El sonido dentro de la maquinaria te hace darte cuenta que otra vez está fallando algo, pero que dentro de todo ese amasijo de hilos enmarañados y de engranajes encajados es imposible de ver. Al instante, el nudo del estómago ya está mas que hecho. Gastas minutos, horas, días e incluso años en intentar averiguar el maldito fallo que ocurre de forma intermitente, hasta que, un día te das cuenta de que el fallo no es algo en concreto, que la maquina está como el primer día. Te das cuenta de que la máquina está diseñada para fallar, sin darte un por qué, simplemente falla y tienes que acabar asumiéndolo y acostumbrándote al fallo, pero es casi imposible. Cuando consigues acostumbrarte, en algún momento tu cerebro lo desecha, intentando quitarte esa idea que sabe que no te hace bien de la cabeza. Hasta que vuelve a pasar.

domingo, 13 de octubre de 2013

Orgasmos aleatorios auditivos.

Viejas teclas de marfil empolvadas vuelven a sonar como si acabaran de salir de la fábrica. No es el mismo sonido, diferentes matices pero con un toque especial que suena antiguo y a la vez nuevo. Son capullos eclosionando al ritmo de unas cuerdas siendo golpeadas, mariposas volando sin una dirección determinada, simplemente volando. 
Ya no se puede negar lo negado, ya se puede volver a respirar horas y días a cambio de algún segundo atragantado. Ya puedes descansar por el cansancio, ya puedes desconectar sin pensar si estás enchufado o no, ya puedes dormir.