jueves, 24 de octubre de 2013

Evidente, supongo.

El sonido dentro de la maquinaria te hace darte cuenta que otra vez está fallando algo, pero que dentro de todo ese amasijo de hilos enmarañados y de engranajes encajados es imposible de ver. Al instante, el nudo del estómago ya está mas que hecho. Gastas minutos, horas, días e incluso años en intentar averiguar el maldito fallo que ocurre de forma intermitente, hasta que, un día te das cuenta de que el fallo no es algo en concreto, que la maquina está como el primer día. Te das cuenta de que la máquina está diseñada para fallar, sin darte un por qué, simplemente falla y tienes que acabar asumiéndolo y acostumbrándote al fallo, pero es casi imposible. Cuando consigues acostumbrarte, en algún momento tu cerebro lo desecha, intentando quitarte esa idea que sabe que no te hace bien de la cabeza. Hasta que vuelve a pasar.

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