El soplido de los grillos empujando la espalda desgastada,
la humedad de otros ojos arrastrándote hacia dentro,
y mis pulmones,
y tus palabras mudas.
La nota sostenida y el oido cambiante,
la toma definitiva y el odio incesante.
Venir sin invitación, irse sin zapatos.
Andar con ganas, correr sin prisas.
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